#deespalda a LAPARED colaboramos como curatoría urbana para este proyecto artístico, que se presentará en el pabellón colateral Quinta Valle coincidiendo con la Bienal de Arte de Venecia 2017.

Lugar: Pabellón Quintavalle de Venecia, Canal Río del Giardini.
Fecha: 13/14 de Mayo de 2017

Performance colectiva a bordo del velero Maya
Maya se inaugura como plataforma
 de arte independiente donde un equipo de artistas y personas que se relacionan con la ciudad de Venecia desde sus distintos roles (consejeros de turismo, urbanistas, ex-alcaldes, constructores de barcas, etc.), expresan su experiencia respecto a la coyuntura urbana y socio- cultural actual, situados por primera vez sobre el mismo barco. Puesta en escena instalativa, con luz, sonido, proyección.

Coloquio posterior a partir de los conceptos planteados en la performance.
Presentación del libro de artista Vitácora de Maya.

Perspectivas de futuro: continuidad del proyecto tras la inauguración de Maya.

Irene de la Barca
En sus palabras: DOSSIER VITÁ-CORA MAYA

SINOPSIS
Tenía un velero pero carecía completamente de conocimientos náuticos. Afortunadamente, la anécdota fue llegando a oídos de muchas personas que quisieron aportar su maestría. Durante el proceso de reconstrucción, fui tomando notas de las personas y los procesos, haciendo bocetos de sus propios barcos, de su manera de moverse por el mundo. Mi cuaderno de artista acabó transformándose en una radiografía de la idiosincrasia veneciana más genuina, en un diario de a bordo de la ruta hasta su escondite.

A día de hoy, el cuaderno se ha convertido en libro: Vitácora de Maya (con v, de vita). Y la intervención artística se ha constituido como una performance colaborativa y multidisciplinar a bordo, a través de la cual se exponen y articulan los conceptos que giran alrededor de esta vitácora. Maya estará atracada en el canal que atraviesa la Bienal, coincidiendo con la próxima edición de Arte (13 de Mayo de 2017). Un altavoz y tributo a los protagonistas que hicieron posible el pabellón: flotante y local, reconstruido por personas locales, productores, sin pretenderlo, de la obra artística, la cual pone en alza la cultura autóctona. Así, los protagonistas de la historia participan de la puesta en escena, acompañados por otros invitados relacionados con la actual situación cultural veneciana. La finalidad tanto de la intervención como de su documentación es amplificar la “realidad” tras el velo de Maya, situando por primera vez sobre el mismo barco a las personas que la actividad artística une para trascender colectivamente las cuestiones (cotidianas y metafísicas) que abre.

¿CÓMO NACE LA IDEA?
He pasado mis últimos años entre los canales venecianos, a bordo de Maya y de las barcas de muchos de sus residentes. El veneciano es un ciudadano más joven que la media, pues existe como tal desde el siglo V. Las características absolutamente particulares del contexto que ellos mismos crearon para sobrevivir, una utopía lagunar de islas conectadas por puentes que con- forman una isla mayor, les ha convertido en anfibios, en animales que se mueven a gol- pe de remo o pisada pero para quienes la rueda de todos los demás está prohibida. Mi nombre es Irene de la Barca, artista plástica multidisciplinar, interesada en las posibilidades visuales de los espacios compartidos. Acompaño mi actividad práctica con la investigación sobre arte público y la identificación que genera con ese público que lo sostiene económica y visualmente. Este tema me llevó a trabajar en Noruega como investigadora; allí estuve desarrollando paralelamente una serie de acciones artísticas que consistían en performances diarias interviniendo en el espacio público; el comité encargado de gestionar la representación noruega en la 54o Bienal de Venecia (2011), me invitó a formar parte del equipo de artistas jóvenes que acompañaría al artista oficial para generar una mostra colectiva. La llegada a Venecia como parte del entramado artístico de su famosa Bienal no sólo me permitió conocer este engranaje sino también la propia ciudad desde una de sus múltiples facetas. Ya había estado como turista. Y ninguna de las dos versiones me parecía suficiente, pues se quedaban en el caparazón, en el decorado, desconectadas de la condición veneciana.

Y es que la condición veneciana tiene lugar en el agua. Decidí adquirir una embarcación para acceder a ella. Me apunté a clases de remo. Así pasé de compartir piso con algunos italianos de otras regiones a vivir a bordo de Maya en el popular campo de San Piero di Casteo, rodeada de vecinos que lo consintieron porque conocían la historia. La transición de la tierra al agua, de la casa al barco, del inglés al venesian, de la convivencia con otros “inmigrantes” a las 24 horas con autóctonos, la permitió la persecución de un objetivo: convertir la embarcación en un pabellón flotante aprovechando la única “vía libre“ de la Bienal, el canal que la atraviesa, para ofrecer un escenario a esos venecianos que tenían que estar escondidos en alguna parte. Y vaya si lo estaban. Curiosamente la manera de encontrarles fue encontrar el velero. Porque fue entonces cuando empezaron a aparecer como de debajo de las piedras para poner en acción las palancas de su cultura y salvar la vida de uno de esos artificios que ellos aprecian tanto: mi barco, nuestro barco.

Es decir, la propia embarcación cumplió su objetivo sin haberla siquiera navegado. Y es que los venecianos, antes de echarse al agua, construyen y arreglan sus propias bar- cas, al margen incluso de los talleres profesionales. Cuando finalmente Maya recorre la laguna y más allá, a vela, los vecinos de cada zona continúan respetándola como reliquia local, siéndole permitido atracar en cualquier parte, sin llegar a tocar jamás la dársena de un puerto. Uno de los personajes clave en el desarrollo del proceso es el veneciano Nicolò Zen, constructor de barcos de madera y director del Museo delle Imbarcazioni Tradizionali de Venecia, quién cede un espacio en el museo para alojar y restaurar a Maya.

Vittorio Marchiori, director de Arsenale Docks / Valorizzazioni Culturali, ofrece realizar la intervención artística Vitácora de Maya en la sede de Quintavalle, durante la 57º Bienal de Arte (2017). Antes, con el material gráfico, literario y audiovisual reunido durante el proceso, que conforma la Vitácora de Maya, y coincidiendo con el arranque de la 15º Bienal de Arquitectura de Venecia (Mayo 2016), realizo junto a Nicolò Zen la exposición Mentre tu pensi solo a volare en la galería Andrea Tardini (Giudecca 282), curada por Daniella Pérez Bacigalupo. La galería da a la laguna y Maya está presente, trasladando a los invitados desde San Marco. La intervención de Nicolò Zen consiste en una performance en vivo, que se desarrolla a lo largo de 3 días consecutivos, a lo largo de los cuales des- monta una barca tradicional para la que ya no hay sitio en la Venecia actual, documentándolo mediante fotogrametría, y recreando su propia experiencia ante la vida y muerte de este patrimonio cultural.

A la exposición asiste, a través del comisa- rio Javier Aguado, la arquitecto urbanista y gestora de proyectos culturales Asun Montejano, con quién surge la posibilidad de una colaboración a tres planteando las bases del contexto sociourbanístico y cultural en que se desarrolla la Vitácora de Maya. Posteriormente se incorporan los artistas Rocío Asen- si y Fernando Menéndez.
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